Seguramente te ha pasado, llegas a tu hotel después de un largo viaje o vuelo, haces el check-in y cuando te dispones a encaminarte a tu habitación de la nada sale una persona harto amable que te pide un minuto de tu valiosísimo tiempo para darte una información importante, algo que cambiará tu vida para siempre vaya.
Por respeto y tolerancia comienzas a escucharle, escuchas y escuchas y escuchas pero no logras entender el punto en concreto, quieres decirle que pare pero no quieres sonar grosero, no quieres ser aquel al que le escupan el desayuno todas las mañanas de tu estancia. Sigues escuchando, que si la playa, que si las instalaciones, que si las amenidades y cuando te das cuenta esta persona te ha amarrado para desayunar contigo mañana y continuar hablando de ese increíble plan del que solo pocos pueden ser acreedores.
Te despides, todavía dubitativo, obnibulado, no sabes que pasó ni como, pero mañana tendrás un delicioso desayuno acompañado de un total desconocido, excedido en su amabilidad y lisonjeria.
Al día siguiente bajas a desayunar, ya más descansado y decidido a darle las gracias a esta persona y decirle tajantemente que no estas interesado en nada de lo que ofrece y que por favor te permita degustar a solas tus sagrados y vacacionados alimentos. Y ahí esta esperándote; acechando, con una sonrisa lisonjera, estas por darle las gracias pero que diablos solo desayuna con el y se largará por siempre.
Mientras engullen el te continua hablando, hablando de todo y de nada, entre el buen sabor de tus huevos divorciados y el fresco de tu jugo de toronja, escuchas ofertas, promociones, espectaculares descuentos, el acceso al tope de la pirámide vacacional que sólo el y su exclusivo grupo te podrán dar y para acceder a esto deberás solamente ir a conocer un desarrollo turístico y asistir a una reunión de 4 horas donde podrás maravillarte del paraíso terrenal construído solo para ti.
Que diablos, dices. Que son 4 horas si después me darán esos pases al show de Beyonce a mitad de precio con asientos de super lujo. Iré; iré y después ahora si les diré que pueden quedarse con su paraíso terrenal, hacerlo un rollito y meterselo… en una botella, si, en una botella que aventarán al mar.
Te transportan al desarrollo turístico. Bienvenido te dice otra persona en exceso amable, bienvenido al mundo de los vendedores de tiempo compartido, el espacio ideal para las personas que no saben decir no, el espacio ideal para los penosos, un espacio donde el tiempo… el tiempo siempre es compartido.
Twitter: @solounviajero